El calor me despierta, a esta hora de la madrugada y en enero
no es normal, puede ser una alerta. Entonces viene el movimiento, la cama se
estremece, las paredes vibran. El sismo pasa y los perros ladran. Mi mamá no se
enteró, me acerco al cuarto y le informo que tembló, son la 1:37a.m. Un rato
después se repite, ella lo siente ahora, se inquieta. Ven y acuéstate con
nosotras, me pide.
En menos de dos horas ocurren dos réplicas perceptibles,
suena el teléfono y nos asustamos ante el temor de un derrumbe en casa de algún
conocido. Gracias a Dios es mi tía Chalia nerviosa, nos alerta que pongamos la
radio y salgamos a la calle en busca de un sitio seguro. Mi cuadra está de pie
a las 4:00a.m., los vecinos han salido a las puertas, llevan abrigos y toallas.
Cada uno ha preparado una maleta por si acaso con agua, medicinas, alimentos
ligeros, azúcar, leche para los niños, fósforos, velas, linternas, los carnés
de identidad. Jorgito echa en una bolsa los zapatos de su familia.
Intentamos calmarnos con chistes, cuentos y chismes barriales. Nos enteramos de quién no durmió en su casa y regresa sorprendido ante Pedrera despierta, sabiéndose descubierto. Jorge Elías prepara té, mi mamá cuela café y compartimos lo que tenemos. Al menos los temblores sirven para unirnos, nos devuelven esa humanidad temerosa de la naturaleza, el deseo de apoyarnos frente al pánico.
Varias familias buscan refugio en el parquecito de Madre
Vieja, los residentes en los edificios 18 plantas de Garzón se dirigen hacia
allá. En el transcurso de la jornada seremos testigos de otros movimientos telúricos,
12 en total hasta el mediodía, el más fuerte –a las 3:30a.m.- alcanza los 5.0
grados en la Escala
de Richter.
A partir de la 1:37a.m. de este domingo 17 de enero se
registra una actividad sísmica anómala a unos 40 kilómetros al
suroeste de la ciudad de Santiago de Cuba, informa la radio. Hoy, hasta las
9:00a.m. se han registrado 489 sismos.
Muchos llevan ya dos días sin dormir, temen que tantos
temblores sean premonitores de algo superior, se habla de la alerta de tsunami.
Las historias de los terremotos de 1766 y 1932 reaparecen como malaconsejadas
leyendas urbanas.
Esta tierra, donde a diario ocurren de 15 a 20 movimientos no
perceptibles, decide hacernos pasar un mal rato. Yo me refugio en mi Dios, le
invoco por la seguridad de mi gente mientras tengo en mente las medidas que
orienta la Defensa Civil.
¿Se suman a mis plegarias?
María de las Mercedes Rodríguez Puzo
tu y tu pedrera, que bien.
ResponderEliminarSabes que Pedrera es parte importante de mi vida y este es uno de sus espacios jajjaja
EliminarTodos los santiagueros, estemos donde estemos, estamos con Uds. y oramos por la seguridad y bienestar de todos. Los tenemos en mente y en nuestras oraciones.
ResponderEliminarMuchas gracias por su apoyo. Estamos más calmados. Saludos
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