jueves, 3 de septiembre de 2015

Cuando acabe tu ausencia



Odio este silencio que indica tu ausencia, tanta paz me llena de nostalgia. ¿Quién me despertará por teléfono a las 6:00a.m. para decirme que tengo trabajo en el Partido dentro de una hora? ¿Con quién discutiré? ¡Ay, mi papá adolescente, cosita púdica! Extraño tus abrazos sudorosos, los regaños y gritos, las bromas, los escándalos, la ternura…

Ahora que la muerte nos distancia, tengo ganas de renovar las broncas, de que me prohibas pedir la palabra en las reuniones, andar con “tortilleras” y hablar de miembros impúdicos en mis escritos. Quiero apreciar tu cabeza semicalva, limpiarte las orejas, decirte que “Yania es demasiado mujer para ti” y que te ofendas.
Este domingo 30 de agosto será inolvidable, perdí a un amigo y a un buen jefe, jodedor y vacilador como eras, auténtico. Tan jodedor que te fajaste conmigo cuando no te quise dar mi número de móvil y mientras esparcíamos tus cenizas en la playa Aguadores -como deseaste-, una ola me mojó completa y mi hermoso BLU ahora no funciona, mas te perdono porque hay cosas que valen más.
Durante tu despedida uno de tus vecinos me dio una lección: “La vida es como un juego de dominó, a veces tienes todas las fichas para ganar y alguien te cierra el juego, a José la muerte le cerró el juego”.
Entonces descubro que tu ausencia solo acabará cuando ya yo no desande por los pasillos del periódico Sierra Maestra, cuando la memoria me borre los lindos y malos recuerdos, cuando en otro sitio nos volvamos a encontrar.

María de las Mercedes Rodríguez Puzo

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