Si no ha matado a nadie, no es un violador reincidente, mucho
menos un ladrón por qué dicen que mi pelo es malo. Me pierdo en el español
buscando otro adjetivo para clasificar el cabello que me legaron mis antecesores
haitianos.
Mi lengua materna es tan rica, cargada de sinónimos y
antónimos, el idioma más adjetivado de la tierra, y sin embargo, tan pobre
cuando de razas se habla. No hallo un solo término para referirme a mi cabello.
Pasa no me gusta, no es ni rizo ni crespo, solo que queda la peyorativa
dicotomía bueno o malo, y aún no he descubierto al creador de tal
clasificación.
Antes me desrizaba, previamente me pasé el peine caliente,
también probé la crema. Cuando llovía maldecía a San Pedro, el pelo no se podía
mojar. Dormía con rolos o en coquito. $20 en desriz, $50 en tinte
–preferentemente negro para eliminar horquetillas-, todo tipo de productos en
área CUC: reparadores de punta, cremas para peinar, tratamiento de argan, etc.
Basta, dije una tarde de agosto. El propio Manuel no
entendió el pedido, pero como fiel amigo cumplió mi deseo, con su maquinita me
rebajó al dos. Junto a las hebras maltratadas en tantos años de productos
químicos cayó el estigma racial. Ahí llegaron las críticas: “¿Qué le hiciste a tu pelo tan lindo? Que
fea te ves, Ahora sí te volviste loca, ¿No te volverás a desrizar?”.
Contrarios a un número considerable de nativos, a los
foráneos les atrae mi estilo actual, incluso algunas amigas me pasan las manos por
la cabeza, enredan sus dedos en mis cabellos y comentan querer tenerlo igual.
Mais la vie n´est pas en rose. Durante un evento le mostraba fotos familiares a una colega, sus
compañeras de cuarto –una blanca y otra mulata- al verme en las
imágenes con el pelo largo exclamaron “¡Que
bella te veías, que bien te queda el pelo lacio, déjatelo así!”
En peñas de hip hop y reggae hombres negros me han sacado a
bailar, amablemente he contestado no, gracias.
Insultados me han dicho “Ah, te
crees blanca”, me miran con desdén y se marchan murmurando, mientras yo,
que no bailo con extraños cualquiera sea el color de su piel, me quedo perpleja
y ofendida.
Ahora que mi pelo está largo molesta en su conducta a los
practicantes de la estética extrema:
“María, qué te vas a hacer en esa cabeza. Desrízate. Échate la keratina. Peínate.”
Me río de la banalidad, soy consciente de mi belleza. Grito bien alto y escribo
bien grande: MI PELO NO ES MALO NI BUENO, ES MÍO Y ME GUSTA.
María de las Mercedes Rodríguez Puzo
Maria me gusta mucho tu articulo. Tienes toda la razon sin lugar a dudas.
ResponderEliminarGracias, Treto. Debemos luchar contra el racismo y el estigma.
EliminarHola MariaLaSantiaguera!!!
ResponderEliminarNo, tu pelo no es malo. Malo es el que se cae y no está ahí para lo que se necesita, proteger la cabeza del calor y el frío... Ahora, la cuestión de si es bonito o no, o si a la gente le agrada o no; ya es cuestión de gustos... Y eso sólo lo decides tu dependiendo a quien quieras agradar en ese momento de tu vida porque afortunadamente si te lo cortas o te lo secas o desrizas o lo que sea.. es solo temporal..! :-D el vuelve a crecer y te la oportunidad de cambiarlo cada vez que quieras..!
Saludos