lunes, 12 de mayo de 2014

Extravío



Mi corazón era una piedra imposible de cargar, como si el peso de todo reposara sobre ella.
Doris Lessing

Cienfuegos me recordó un cuento que ya no escucho, el de la mujer que perdió su corazón. La analogía la establecí al volver a casa y darme cuenta que había dejado algo en el camino. No sabía bien de qué se trataba, pero era importante.

Hice lo más lógico para hallar lo extraviado, retrocedí mentalmente sobre mis pasos. Serían las 11:30a.m. de un martes pasado cuando la Perla del Sur nos recibió, bueno, la ciudad estaba ahí y nosotros, los orientales, arribamos después de 13 horas de viaje. Nadie nos recogió en la terminal -mal comienzo-. Luego vendrían la demora con el transporte, la falta de hospitalidad por los organizadores del evento, los elevados precios de la comida, y descubrir que el Paraíso a veces está muy cerca del infierno.
De golpe parece que todo fue mal. Perdón, me puse un poco dramática con la descripción y ¿qué buscaba? Ya, lo positivo de la travesía: conocí personas abiertas a la amistad, con infinidad de historias, una sonrisa en los labios y ganas de transformar. Muchos compartieron conmigo el santuario San José, los demás llegaron despacio, con las actividades del encuentro.
Debo adjuntar el malecón, el prado, la buena atención de la capitana de una pizzería muy barata cuyo nombre no recuerdo y las tres libras que rebajé bailando música de la década prodigiosa en el club Los Pinitos.
Como aún no hallaba lo perdido acudí a Susanna Tamaro y su consejo. Respiré con la tranquilidad del día que vine al mundo e intenté escuchar a mi corazón. Digo intenté porque no estaba, alguien lo sacó o yo dejé mi pecho muy abierto y se escapó.
En su lugar encontré varios libros, mi mirada atrapada en un retrato, los chistes de Esther, anhelos de reencuentros, hojas de almendro, la casa #3916 de la Avenida 44, y muchos, muchísimos recuerdos. A la derecha, bien escondidos, estaban también el disco de un dúo argentino que no me gustó y un beso de luna y mar.
 

María de las Mercedes Rodríguez Puzo

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