miércoles, 12 de marzo de 2014

Lo que le da sabor al ajiaco






Los viajes me parecen ajiacos, llenos de ingredientes. El paisaje, la energía del sitio escogido, la compañía y los recursos disponibles se tornan viandas, condimento, una cabeza de cerdo. Pero lo que le da el punto final a la receta son los encuentros. 

Esos revoltosos, pasivos o extenuantes, siempre inesperados, donde extraños nos roban los segundos de la realidad con el aplomo de vivirlos en común, sin importarles la marca dejada en nuestros destinos.
De ellos se impregnó mi más reciente travesía, destino Viñales. Demasiado temprano llegó el primero, a la hora del desayuno. Esperaba a Carlos y Chely cuando se presentó. Con la delicadeza de sus posibles 54 años, le contó a esta desconocida cómo se permitió a sí misma ser feliz. Dejó esposo, hijos, casa y tribunal para lanzarse a la aventura; su primer viaje sola, su primer gran descubrimiento después de la maternidad y la costumbre.  
¿Qué te dicen las estrellas? fue el pie forzado. Hará frío, eso dicen.  Ingeniosa manera de entablar contacto la del tipo, ¿qué querrá? Sonrió y lo supe, necesitaba conversar con alguien que no sacara conjeturas. Era oriental, holguinero. Entonces me legó un secreto: Afuera el cielo es triste. Llevo quince años en Alemania y no se ve igual.
El último… antes del amanecer. En el frío de la madrugada apareciste. Quizás llegaste en un julio lejano, mas ahora te sentí. Tu presencia cubrió los mogotes, escuché la risa alta en cada estrella. Volvió el calor de tu mano al cruzar el puente de concreto. La añoranza se esparció con la neblina. La tía Clemencia ya no me da sus cuentos, y las piedras de Pinar del Río se preguntan por qué los baños en Santiago llevan candado y un cartel de Prohibido pasar, se guardan recuerdos. ¿Acaso miraras al cielo?
Lloré. Di gracias a Dios por los que arriban, y me quedé desnuda, impávida sobre la hierba fresca del Valle de la Penitencia. Intentaba imaginar el próximo encuentro, mientras la maleta verde se empolva en el viejo cuarto que todavía no ha visto el sol.


***Algunas fotos son de Carlos Ernesto Escalona (KAKO)

María de las Mercedes Rodríguez Puzo



























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