Los viajes me parecen ajiacos, llenos de ingredientes. El
paisaje, la energía del sitio escogido, la compañía y los recursos disponibles
se tornan viandas, condimento, una cabeza de cerdo. Pero lo que le da el punto
final a la receta son los encuentros.
Esos revoltosos, pasivos o extenuantes,
siempre inesperados, donde extraños nos roban los segundos de la realidad con
el aplomo de vivirlos en común, sin importarles la marca dejada en nuestros
destinos.
De ellos se impregnó mi más reciente travesía, destino
Viñales. Demasiado temprano llegó el primero, a la hora del desayuno. Esperaba
a Carlos y Chely cuando se presentó. Con la delicadeza de sus posibles 54 años,
le contó a esta desconocida cómo se permitió a sí misma ser feliz. Dejó esposo,
hijos, casa y tribunal para lanzarse a la aventura; su primer viaje sola, su
primer gran descubrimiento después de la maternidad y la costumbre.
¿Qué te dicen las
estrellas? fue el
pie forzado. Hará frío, eso dicen. Ingeniosa manera de entablar contacto la del
tipo, ¿qué querrá? Sonrió y lo supe, necesitaba conversar con alguien que no
sacara conjeturas. Era oriental, holguinero. Entonces me legó un secreto: Afuera el cielo es triste. Llevo quince años
en Alemania y no se ve igual.
El último… antes del amanecer. En el frío de la madrugada
apareciste. Quizás llegaste en un julio lejano, mas ahora te sentí. Tu presencia cubrió los mogotes, escuché la
risa alta en cada estrella. Volvió el calor de tu mano al cruzar el puente de
concreto. La añoranza se esparció con la neblina. La tía Clemencia ya no me da
sus cuentos, y las piedras de Pinar del Río se preguntan por qué los baños en
Santiago llevan candado y un cartel de Prohibido
pasar, se guardan recuerdos. ¿Acaso miraras al cielo?
Lloré. Di gracias a Dios por los que arriban, y me quedé
desnuda, impávida sobre la hierba fresca del Valle de la Penitencia. Intentaba
imaginar el próximo encuentro, mientras la maleta verde se empolva en el viejo
cuarto que todavía no ha visto el sol.
***Algunas fotos son de Carlos Ernesto Escalona (KAKO)
María de las Mercedes
Rodríguez Puzo
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