Siempre están ahí, han hecho de ese sitio común su palacio.
Sobre las 11:00am se acomodan en el modesto trono de concreto. Entablan largas
charlas sobre la última canción de Osmany García, la "jevita más buena del
barrio", entre otros temas afines con la corta edad. Exhiben el pelado de
moda y a veces juegan ajedrez.
Así pasan las horas, paran para almorzar y comer cuando el
reloj biológico anuncia que sus madres tienen las mesas listas. Llega la
tarde y van al gimnasio o a jugar fútbol al parque, pero son fieles a la
ancestral costumbre y retornan a la esquina, donde la noche los despide hasta
una nueva jornada.
Distantes de las calles citadinas, muchachos de similar edad
experimentan una realidad diferente. Se levantan antes que el astro rey ocupe
el cielo, toman un café bien cargado, y camisa al hombro salen a luchar. El
collo, el pica pica y el propio sol son enemigos casi mortales, dificultan la faena
de estos jóvenes humildes –oso llamarlos aguerridos-, que hoy quiero
presentarles.
Diego Ochoa Maturell, Yudiel Ricardo Ramírez y Carlos Medina
M. presentan puntos en común: no pasan los 23 años, viven en el campo, y cuando
terminaron el Servicio Militar Activo se incorporaron a la producción azucarera,
resultando destacados en el primer corte de caña de la zafra 2013-2014.
"La agricultura me llegó por tradición familiar, mi tío
ha sido machetero vanguardia durante años. Hace cinco zafras corto en pareja
con él y siempre me inspira a trabajar.
Me desenvuelvo bien, me levanto y voy temprano para el campo. Si llueve
me altero, es un contratiempo, atrasa el corte y todos perdemos",
explica Yudiel, integrante de la UBPC
#3 Roberto Estévez en Baraguá, municipio Mella.
Carlos también comparte su vivencia: "Este es mi
segundo corte en la UBPC Hechavarria,
en San Luis. El plan diario exige una tonelada y pico, pero promediamos hasta
cuatro, se trata de cortar y no perder tiempo. Tengo mucho cuidado con el collo
de la caña que raya la cara. Después de la zafra queda regar herbicidas,
cultivar y mantener el campo."
"Veía el corte de caña difícil al principio, pero les
exhorto a los jóvenes que están por la calle sin ubicación laboral que pueden
hacerlo. Es un trabajo para todo el mundo, no mata a nadie, sí se puede
hacer. La clave está en buscarle la vuelta al sol para producir más y agitar el
cuerpo", reflexiona Diego, compañero de Carlos.
Al despedirme de estos chicos los observé perderse entre las
altas plantas –allí, donde la temperatura rozaba los 40 grados Celsius-. Empapadas
en sudor sus camisas, algo cansados los brazos, mas los rostros satisfechos,
iban a labrar el futuro de Cuba.
De retorno a la ciudad miré los barrios, los
transeúntes agitados, los niños jugando en las aceras, las personas que esperan
una guagua demorada y también los reyes de las esquinas o debería decirles los
monarcas de la nada. Entonces nació en mí una duda, si es la misma juventud
¿por qué las diferencias?
María de las Mercedes Rodríguez Puzo
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