Junior Damián se despierta exaltado, llora, y
su llanto rompe el silencio de la madrugada, a veces es tan intenso que
despierta no solo a sus padres, también a los vecinos más próximos. Su madre,
Yordanka Espino Pérez, dice que durante el día el bebé de cuatro meses tampoco
duerme bien.
"En la puerta de la casa hay dos mesas
de dominó, desde temprano en la mañana hasta que se pone el sol están los
hombres del barrio jugando, no tengo inconvenientes en que empleen su tiempo
libre de esta manera, pero sí con lo que hay detrás del juego. Malas palabras,
groserías entre ellos y en ocasiones hasta con las mujeres que pasan, y ni
hablar del consumo de bebidas alcohólicas.
"Les he llamado la atención por el
ruido, hasta les he pedido que hablen bajo y no me hacen caso, lo peor es que
el niño continua con el nerviosismo", refiere la joven santiaguera, vecina
del reparto Portuondo.
Probablemente el problema de Yordanka y su
pequeño se repita a diario en múltiples barrios del país. Quizás pasa delante
de nuestros ojos como algo común, aunque no es correcto valerse del segundo
pasatiempo nacional ni de otro juego para violentar el espacio ajeno y cometer
indisciplinas sociales.
Similar ocurre cuando los muchachones
practican futbol en la calle: obstruyen el tránsito, gritan, y obligan a los
transeúntes a pasar por las esquinas alejadas de la portería; y si se trata de
pelota, la situación es peor, todo el mundo debe cerrar las ventanas de las
viviendas.
¿Por qué jugar en las áreas no destinadas a
ello? ¿Por qué pelear, hablar en voz alta y decir obscenidades en los momentos
de esparcimiento? Al hacer estas cosas vamos en contra de las normas para una
buena convivencia en sociedad, afectamos la tranquilidad de los demás e inconscientemente
nuestra salud.
Tomemos por ejemplo el ruido, cuando es
constante y no muy fuerte nos afecta de manera lenta: puede provocarnos alta
presión sanguínea, alterar la digestión y producir estrés. Además, reduce la
duración del sueño profundo, he ahí su daño en los niños, ya que durante el
sueño profundo el cuerpo humano produce las hormonas del crecimiento.
Por otro lado, los que se comportan de manera
violenta en cualquier espacio están formando conductas agresivas e irrespetuosas
en los más pequeños, quienes ven en los mayores un ejemplo a seguir. ¿Qué
hombres y mujeres queremos para el mañana?
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