¿Quién fue esta mujer? ¿Qué la hace merecedora de nuestra atención?
Nació en la capital el 27 de agosto de 1869, en una familia española adinerada. Desde pequeña demostró su genialidad, a
los cuatro años ya sabía leer, y a los 13 culminó el bachillerato en el
Colegio de San Francisco de Paula, siendo la primera fémina graduada de bachiller en
Cuba.
A partir de entonces Laura mostró su arrojo, matriculó en
las carreras de Ciencias Físico-Matemáticas y Medicina, en la Universidad de La Habana. Imagino su temor al realizar la disección de cádaveres, sola, en el Anfiteatro del antiguo hospital de San Felipe
y Santiago, ubicado en los altos de la cárcel, los fines de semana, pues la dirección universitaria no le permitió practicar junto a sus compañeros. A pesar de las trabas y discriminaciones, la chica se
recibió de médico el 15 de julio de 1889; un año antes, el 30 de junio de 1888,
se graduó de Físico– Matemática.
Contraria a muchas mujeres de su época, el matrimonio no fue una limitante para desarrollar su profesión. En una rotación conoció a
su futuro esposo Enrique López Veitía, gran oftalmólogo e iniciador de los Congresos Médicos. En la Policlínica de
Especialidades que éste dirigía, Laura comenzó a ejercer,
convirtiéndose en la ayudante principal de su cónyuge.
Como tenía gran habilidad para la pintura confeccionó un Atlas de fondo, incluso
colaboró en varias publicaciones, esto la coloca en la historia como la primera oftalmóloga cubana. También fue
miembro del Bando de Piedad, fundado por Mrs. Jeanette Ryder con el objetivo de recoger niños y animales desamparados.
En 1917, tiempo después del fallecimiento de Enrique, Laura instaló una escuelita
gratuita para los niños pobres en la finca “El Retiro”. Murió a causa de la tuberculosis
el 24 de enero de 1941.
Hoy me parece un buen día para recordar a esta mujer que se impuso con respeto y constancia en una sociedad machista.
María de las Mercedes Rodríguez Puzo
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