martes, 9 de julio de 2013

Siempre un árbol


Esta historia se las contaré mal: comenzaré por el final, cuando cantamos juntos "Lágrimas negras", el bolero son de Miguel Matamoros, en la Sala 6A del Complejo Cultural Heredia, durante la segunda sesión de trabajo del XX Encuentro de Comunicadores Sociales Caribe 2000.
Aunque el tema no era precisamente la música, ella nos rodeó todo el tiempo. "La Tercera Edad. Una animación con sabiduría", ponencia que presentaron Daymí Aranda y Zurama Monaga, contenía las melodías que encierra la dicha de vivir muchos años.
Las dos especialistas de la Comunicación abordaron las deficiencias de la animación turística en la atención a las personas de la tercera edad como el poco conocimiento de las preferencias y características de este grupo etario, la inefectiva interacción, la música inapropiada, las barreras arquitectónicas, entre otras.
La mayoría de los asistentes peinaban unas cuantas canas, así que enseguida fluyó el debate, y expusieron los problemas que los afectan: precios poco justos, servicios de alimentación elaborados con exceso de sal, condimento y pimienta; la carencia de sitios con ofertas musicales de su preferencia, y el trato un tanto irrespetuoso cuando se asume que han perdido capacidades físicas.
Una de las participantes comentó: "La vejez nos da la posibilidad de incrementar actividades, relaciones y proyectos sociales que el ritmo de trabajo antes no nos daba, tenemos la oportunidad de sentirnos vivos. Es simplemente juventud acumulada."
Otra persona expresó: "La vida es semejante a un árbol, cada etapa tiene su belleza, pero solo cuando está viejo, maduro, mayor es que alcanza su máximo esplendor, cuando sus ramas ya casi tocan el cielo."

María de las Mercedes Rodríguez Puzo

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