Una tarde tras regresar del cafetal en mi primera
escuela al campo conversaba con Taymí, una compañera de aula, sobre el trabajo
que pasaban los familiares para ir a vernos los domingos, cargados de comida y
montados en camiones durante varias horas, sintiéndose los baches de la
carretera.
Nos llamó la atención el hecho de que iban más
madres que padres, incluso, casi todos decíamos que llegue el domingo para ver
a mi mamá. "Eso es porque papá es
cualquiera", le comenté a Tay, y ella me dio una reprimenda que nunca
se me olvidará: "Papá no es
cualquiera. El mío me abandonó cuando tenía seis meses de nacida, se mudó a La Habana y nunca más me
buscó. No me llevó al círculo a caballito ni estuvo para aconsejarme. Los Días
de los Padres no tengo a quien regalarle, los demás están felices, compran
postales, celebran juntos, yo no sé lo que es eso."
Su historia me impactó, en gran parte vi mi reflejo,
aunque tuve un papá para festejar el tercer domingo de junio, que vivía conmigo,
nunca estuvo cerca. Lamentablemente hay muchos padres así, pagan la manutención
de sus hijos, llaman de vez en cuando por teléfono, compran juguetes y ropas
para los cumpleaños, y los recogen en las fechas especiales, Día de las Madres,
31 de Diciembre, etc. La justificación asumida ante el vacío es machista y
cruel: cuando se pelean de la madre lo hacen también de los hijos.
Sin embargo, para demostrar que el amor paterno
puede nacer en cualquier corazón conozco a varios hombres que quieren a sus hijos
no biológicos como propios y por ellos dan la vida. Mayito se enamoró de Annia
desde el primer momento en que la vio, estudiaban en el mismo preuniversitario,
un buen día se hicieron novios. A los dos meses de relación ella descubrió que
estaba embarazada de su anterior novio, Mayito se casó con ella –ambos con 17
años de edad-, terminó el bachiller y comenzó a trabajar en la construcción
para poder sustentar a la familia. Hoy siguen juntos y tienen dos niños, cuando
él viaja a otras provincias los llama por teléfono varias veces al día, no
puede dormir sin despedirse.
Ser padre va más allá de una fecha, implica entrega,
comprensión, comunicación, afecto y responsabilidad en todo momento. No
obstante, vale la pena compartir con nuestros progenitores esa jornada y hacerles saber, con
mayor ahínco que en otras ocasiones, cuanto los amamos, y darles las gracias
por la vida.
María de las Mercedes Rodríguez Puzo
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