Para un buen número de mujeres santiagueras hablar de sexo
no constituye un tabú, incluso cuando un grupo se reúne es frecuente terminar la
charla abordando el tema con la jovialidad y expresividad que distingue a las
habitantes de la capital del Caribe.
Sin embargo, como demostró el Tercer Taller Mujer Joven y Derechos Sexuales-Reproductivos,
celebrado los días 23 y 24 de mayo en la Casa de Modas La Maison, las féminas a veces
confundimos conceptos claves como sexo, género, sexualidad, identidad de
género, erotismo, etc. Además, desconocemos cuáles son nuestros derechos
sexuales.
Algunas muchachas concebían al sexo meramente como el acto
sexual, cuando éste es el conjunto de
características biológicas que definen el espectro de seres humanos como
femenino o masculino; mientras que otras solo enmarcaban al género en sus dos
clasificaciones tradicionales, obviando que el último se refiere a la red de símbolos
culturales, patrones institucionales y elementos de identidad subjetivos que, a
través de un proceso de construcción social diferencia a los sexos, al mismo
tiempo que los articula dentro de las relaciones de poder sobre los recursos.
Es decir, lo que socialmente nos enseñan sobre qué es ser mujer u hombre, por
ejemplo " las chicas son delicadas" o " los chicos no
lloran".
Durante el debate salieron a flote emociones y vivencias impactantes.
Una joven contó que tuvo su primera relación sexual a los 15 años y desde los
19 padece una Infección de Transmisión Sexual, hechos que adjudica a la inexperiencia,
y la falsa concepción de que a mí no me va a tocar.
Asimismo, otra participante se refirió a la necesidad de
fomentar en la pareja los juegos sexuales y, de ser posible, la realización de
las fantasías, pues constituyen un alimento para el erotismo - entre las
opciones propuso el uso de miel, chocolate o cera-.
Una problemática común limita la plena expresión del
potencial sexual de las féminas: la carencia de una vivienda propia para las parejas,
y la falta de lugares céntricos con precio asequible a la media salarial donde
desarrollar las prácticas de esa índole. El hacinamiento y la falta de
privacidad contribuyen a que muchas mujeres no lleguen al orgasmo, además, son
condicionantes para conflictos interfamiliares debido a la convivencia de varias
generaciones bajo el mismo techo.
También las presentes señalamos nuestra inconformidad ante
el acoso del que somos víctimas a menudo - a fuerza de cotidianidad pasa
desapercibido-, aun cuando deja profundas heridas en el alma. Las groserías a
modo de piropos, las persecuciones de los exhibicionistas, y las agresiones
físicas hacia muchachas por andar con ropas provocativas cuentan entre los
ejemplos.
La Asociación Mundial para la Salud Sexual establece once
derechos que deben ser reconocidos, promovidos, respetados y defendidos por
todas las sociedades en aras de asegurar el desarrollo de una sexualidad
saludable como el derecho a información basada en el conocimiento científico, a
la toma de decisiones reproductivas, libres y responsables; a la equidad y la
privacidad.
Ser mujer va más allá del sexo biológico, implica sobreponerse
a estereotipos y prejuicios sexistas, defender nuestros derechos y libertad en
todo momento, y vivir plenamente la sexualidad femenina.
María de las Mercedes Rodríguez Puzo
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