lunes, 1 de abril de 2013

Experiencias de un congreso diferente



Es común visualizar un evento científico como un espacio donde académicos y profesionales de diversos gremios se reúnen para intercambiar conocimientos de manera formal y un tanto distante con marcadas diferencias categóricas, y en el que la persona ocupante del podio se acerca muy poco a la audiencia.


Sin embargo, desde que la máster Yraida Rodríguez me escribió Maríita, por favor, haz lo posible por venir, con ese tono tan dulce que tiene para expresarse, supe que el Segundo Congreso de Salud y Desastres sería diferente.
El evento rompió con todos los estereotipos por la familiaridad entre los asistentes y la candidez de sus organizadores.

 Convocados por el Centro Latinoamericano de Medicina de Desastres Dr. Abelardo Ramírez (CLAMED), 85 delegados cubanos y más de 50 extranjeros (procedentes de  Alemania, Argentina, Chile, México, Gabón, Estados Unidos de Norteamérica, Nicaragua, Panamá, España y Reino Unido) compartieron del 20 al 22 de marzo de 2013 en el Centro de Convenciones y Servicios Académicos de Cojímar, en La Habana, Cuba.
Cambio climático y salud, comunicación de riesgos, derecho y desastres, medicina de emergencia, cooperación internacional, y salud mental estuvieron entre los ejes del programa científico, encaminado a la reflexión sobre las prácticas en gestión de riesgo de desastres en la salud pública, con un enfoque multidisciplinario, intersectorial y de participación comunitaria.
A decir del profesor Guillermo Mesa, presidente del Comité Organizador, el Congreso responde a la necesidad de fomentar un espacio de intercambio de experiencias y lecciones aprendidas entre especialistas que trabajan la temática dentro y fuera de Cuba, a fin de fortalecer el desarrollo científico-técnico en la materia. 
Ello redundará en el mejoramiento de la salud de las poblaciones y de las instituciones sanitarias con impacto positivo en la economía y en la preservación de medio ambiente.
Los participantes regresaron a sus casas con un grato sabor a té de manzana y la satisfacción de haber aprendido y aprehendido cosas nuevas, más comprometidos en la reducción de desastres, y convencidos de que las categorías académicas no deben ser una limitante para las relaciones humanas.
María de las Mercedes Rodríguez Puzo

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