martes, 5 de julio de 2016

Temor a la palabra



No se trata de una sola palabra, un sustantivo más un adjetivo la componen, pero semánticamente es una sola: Período Especial. Alguien la enunció un día en sustitución de crisis, nada extraño en esta tierra de eufemismos donde sexo transaccional equivale a prostitución y proceso de disponibilidad a desempleo.



Durante años significó resistencia, escasez, hambre, lavar con maguey, usar tenis chupameao, apertura al turismo, ahorro, las concebidas caldozas colectivas que nunca se realizaron, colas eternas, racionalización, modas extrañas con predominio de bolsillos y costurones, apagones, jineterismo, aguante.
Nadie anunció su fin y la palabra parecía haberse quedado flotando en la memoria como una mala experiencia que pretendíamos olvidar, pero ahora vuelve a nuestras bocas, y tememos que sea una real promesa de veneno.
Me cuesta entender el porqué de su retorno, justo cuando Chanel desfila entre leones, cierran las calles habaneras a causa de Rápido y Furioso 8, un crucero norteamericano visita tres importantes puertos del país, crecen las inversiones extranjeras, y médicos cubanos cumplen misión internacionalista en tantos y tantos países sin percibir sus salarios reales completos. ¿Acaso no existen las condiciones económicas para que no se repita el duro Período Especial? 
Me sumo a Karina Marrón: “Señores, este país no aguanta otro 93´, otro 94´. Si no queremos ver protestas en la calle, y no hay un Fidel para salir al Malecón, o por lo menos hasta ahora no ha habido una figura en este país que le dé la cara a este pueblo para explicarle las cosas como están sucediendo hoy.”
Mejor pienso bien en la palabra y empiezo a convencerme de que el culpable -como siempre- es el bloqueo.

                                                         María de las Mercedes Rodríguez Puzo
 

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