En la casa #202 de calle 12, reparto Vista Alegre, vive una
señora algo dominante y con los cinco sentidos casi
perfectos, que cumplió este jueves 101 años.
Desde su nacimiento el 29 de agosto de 1912 en Sagua de
Tánamo, actual provincia de Holguín, Eutimia García Fuente mostró su temple.
Según cuenta con nostalgia, tras dar a luz a su primera hija la madre sentía
otra criatura en el vientre, cinco días después vino al mundo Eutimia, grande y
sana. El médico del pueblo le explicó a la asombrada parturienta que ante el
poco espacio intrauterino, la primogénita había sido expulsada por su hermana, menor
en edad, pero superior en peso.
La joven mamá se dedicó por completo a la bebé más pequeña,
mientras la abuela alimentaba con leche de vaca a Eutimia. "He ahí la
razón de estar entera a mis años, cocino, enhebro agujas sin espejuelos, camino
con ayuda del andador, y sobre todo mando en la casa", me comenta con una sonrisa pícara.
Cuando tenía seis años, su padre falleció y se vio obligada
a ayudar a su madre en los quehaceres hogareños y la crianza de sus cuatro
hermanos menores. Llegó hasta el segundo grado debido a la carencia de escuelas
en la zona rural donde vivía. Coser para la calle se tornó su profesión.
Aprendiendo a bordar en la vivienda de una prima conoció a
Faustino García, quien le dijo: "Bendito sea Dios y el jardín que ha dado
tan bella flor"; pasados algunos meses se casaron. Nunca fue muy apegada a
los niños, sin embargo, la vida le impuso una prueba difícil, su única hija
falleció, y junto a su yerno crió a sus cinco nietos. Hoy tiene una hermosa
familia, rodeada de 14 bisnietos, tres tataranietos y varios sobrinos.
En su cumpleaños número 101 siente un profundo
agradecimiento por el doctor Walter León y el equipo de cirugía del
Hospital Provincial Saturnino Lora. "A él le debo en buena medida el estar
aquí, pues me operó hace seis años de una colecistitis, procedimiento de alto
riesgo a mi edad", explica.
Con dos nietos, dos bisnietos y su yerno |
Eutimia es una mujer digna de admiración, ha enfrentado
grandes retos con la cabeza en alto, y aunque llora y extraña a los seres
queridos que ya no están, sigue amando la vida.
María de las Mercedes Rodríguez Puzo
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