A veces me asombra
ese temor humano a la muerte, tal vez sea una reacción lógica de nuestro ser
hacia lo desconocido. Yo, prefiero verla
simplemente como un cambio de estado. Si somos energía, hipótesis que muchos
plantean, no desapareceremos nunca, pues la energía no se crea ni se destruye, solo
se transforma.
Quizás si no le
tuviésemos miedo su llegada fuese más fácil, nos dejaríamos ir como sugiere
Benjamín Button, o quizás podríamos preguntarnos qué es mejor: una vida vacía o
una muerte poética. Sobre esta idea se desarrolla Morir o no, la última producción de La guerrilla del Golem, que se exhibe durante el mes de abril, en
el Cabildo Teatral Santiago.
Con texto original
de Sergi Belbel y dirección artística del dramaturgo Marcial Lorenzo Escudero,
Morir o no muestra en ocho escenas siete
historias relacionadas con la soledad, diversos problemas familiares, la
necesidad de reconocimiento, las adicciones, y la partida de este mundo.
Una excelente
escenografía y un buen uso de la música (en inglés) marcan la obra, aunque me
resultó - y creó que a la mayoría de los espectadores también- demasiado larga
y un tanto sombría para el público habitual del Cabildo, adaptado a la picardía
y el humor, típicos del teatro de relaciones santiaguero.
La existencia o no
de los fantasmas, el misterio del futuro al salvarse de una muerte súbita, y la
impronta de las reglas que se inventa cada persona son varias de las reflexiones
que plantea esta sugerente propuesta, la cual pretende amenizar las noches de
viernes, sábado y domingo en la Ciudad
Héroe.
María de las Mercedes Rodríguez Puzo
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