Miró la loma un día, estaba repleta de marabú -esa mala
hierba que reina en los campos cubanos donde la fuerza productiva es
insuficiente-, entonces tenía 45 años de edad. Agarró una mocha y loma arriba empezó
a picar, acompañado por su inmensa voluntad.
Cinco inviernos han pasado, y los cambios se notan en el
área. En lugar de la maleza crecen quimbombó, plátanos burro, yuca, frijoles,
boniato, malanga y habichuela; Ramón Vargas Molina, "Mongo", continúa
ahí.
Cuando le pregunté sobre la condición de Referencia Nacional
que ostenta, su humildad salió a flote:
Como a casi todos los santiagueros, el huracán Sandy lo
afectó, situación que lo obligó a buscar alternativas:
"Actualmente he conseguido 26 variedades de cultivos
entre frutales, hortalizas y vegetales. También tengo crianzas de ganado vacuno
u ovino, gallinas, patos, conejos, y porcino. La leche de las vacas se dedica a
la alimentación de los niños de la zona mediante el suministro a la bodega",
agregó.
Este campesino se asemeja a Francisca, la anciana campesina
que la muerte no pudo encontrar, pues siempre estaba activa. Su jornada empieza
bien temprano en la mañana…
"Me levanto a las 5:00am y a veces me coge la noche en
el campo, cuando llego a la casa veo el noticiero, si acaso una película. Mi
vida no es fácil, soy miembro de la junta directiva de la CCS Domingo Hernández
y tengo hasta tres reuniones al mes, pero tampoco es difícil, la tierra hay que
echarla para adelante como sea.", comenta Mongo.
Aunque no tiene sistema de riego, depende de la naturaleza, y
sembrar entre lomas no es tarea sencilla, Ramón no se aminora. Mantiene el
ímpetu cada día al mirar el monte, consciente de su valioso esfuerzo.
María de las Mercedes Rodríguez Puzo
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