David
fue al campo a visitar a sus parientes. Regresó en un camión, donde venían
cerca de quince estudiantes de Secundaria Básica analizando la tarea de Español
Literatura. Hablaban alto, jaraneaban, eran el centro de atención. David también
se puso a escucharlos. Debían llevar a clases el antónimo de HABLARON.
Una
chica de falda muy corta afirmaba DIJERON,
es DIJERON. El más gordito la miró fijo y dijo ¿Tú eres bruta? Es CALLARON. Ahí mismo se armó el dime que te diré,
unos gritaban DIJERON, otros CALLARON, entre insultos y bonches.
David ya pensaba interrumpirlos y explicarles que el Antónimo de HABLARON es
callaron, silenciaron o enmudecieron, mientras su Sinónimo dijeron, comentaron
o gritaron; cuando el emo del grupo se levantó y con voz autoritariaexclamó al
gordito: Chico, sinónimo es lo que va antes y antónimo lo que va después. Todos
aceptaron estas últimas palabras, incluso la gente del camión asintió: Así es, él tiene razón.
Entonces
David recordó a su vieja y querida Margot, su profesora de Español en el
preuniversitario. La vio llevar las manos a la cabeza ante el disparate, sufrir
por el craso error de lesa humanidad y exclamar ¡Ay Cervantes, Cervantes!
María de las Mercedes Rodríguez Puzo
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